En la etapa crono de ayer, pudimos comprobar que el norteamericano antes de la partida saludaba y sonreía a sus incondicionales, un gesto que el público en general le aplaudía, pero al término de la contrarreloj, los saludos y sonrisas se convertian en empujones y manotazos, no por el ciclista, sino por tres de sus escoltas personales que se dedican supuestamente a que el ciclista se sienta cómodo y para ello usan la violencia y el maltrato a los que nos gusta sentirnos cerca de las figuras del pedal. Si la organización de los eventos deportivos donde el norteamericano toma parte, no pone remedio a estos gorilas de prepago, el ciclismo y sus aficionados deberemos pensar si merece la pena acercarse al ídolo que crees cercano a tí.
¿QUE SERA DE NOSOTROS SI AL AMERICANO NO LE SALEN BIEN LAS COSAS?
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